martes, 27 de octubre de 2009

** aLaTz & LuSTeRn **


Cierta vez, en espacios y tiempos indefinidos, surgió en el devenir rutinario, una historia que sobrepasaría a la misma naturaleza humana, una historia que contaría el inicio de todo: de la vida a partir de la nada. Una historia forjada y protegida por los dioses, historia a la que dieron por nombre: Mitología Lusterniana*.

Cuenta la "Mitología Lusterniana" que en tiempos remotos, una sombría luz habitaba cada insondable rincón del espacio.
En aquel inmenso espacio, ocultos entre aquellas sombras, habitaban dos universos vírgenes que nunca conocieron de su existencia, universos que ignoraban la existencia de uno y otro en aquel mismo espacio.

Llamara la Mitología Lusterniana a estos dos entes silentes y lóbregos, distantes e inmutables: Alatz* y Lustern*. Alatz que poseería el lado femenino y Lustern, el Universo que poseería el lado masculino.

Aquel universo que poseía el lado femenino, había existido en una dimensión indefinida donde no existía el color, donde los días pasaban desapercibidos y donde nada tenía razón de ser.
Cuenta que en alguna que otra oportunidad habitaron en ella extraños seres, seres funestos y nefastos que no hicieron más que resquebrajar y debilitar su solitario corazón.

Lustern, el universo masculino, era sosegado y distante, un extranjero que ignoraba toda la maravilla existente en su interior, amante de la naturaleza y de su libertad, un extranjero que divagaba tropezando en caminos erróneos sin hallar su lugar en el espacio.

Aquellos universos sólo conocían el sinsabor hastío de la soledad, habían sido abandonados por el amor en aquel espacio obscuro donde sólo otoños sombríos rozaban sus pieles.
La amargura de verse solos había apagado toda chispa de amor en ellos, sin saber que en sus corazones habitaba una luz de esperanza que fue vista en el reflejo de sus ojos por aquellos dioses que los protegían.

Cuenta la Mitología Lusterniana que cuando alguien guarda la esperanza del verdadero amor en su corazón, ésta nunca muere, es contemplada desde lo más alto por aquellos que todo lo ven. Ellos, que con eterna sabiduría y el andar pausado del tiempo trabajan en complicidad para que el camino de unos y otros se crucen apartando el absurdo miedo a la soledad.

Y así sucedió…

Una noche mientras Alatz contemplaba ensimismada la extensión de su espacio más próximo, una luz incandescente brilló centelleante alumbrando todo a su alrededor. Aquella luz la cegó haciendo que perdiera la noción de todo lo que sucedía a su alrededor, permaneciendo inconciente a causa de tal suceso hasta el momento indescriptible.
Asustada y consternada por lo ocurrido quiso huir temiendo lo peor pero un poder muy fuerte que provenía de aquella luz, la detuvo.
Cuando por fin pudo ver, levantó la vista y pudo observar confusamente un ente nunca antes visto por aquel lugar. Ese extraño ente rebosante de una luz mágica era un hada*, era el hada mensajera de los dioses : el Hada de las Estrellas*, quien agitando una pequeña varita, se dirigió hacia ella.

Alatz desconfió en un primer momento, pero al mirar fijamente a los ojos del Hada pudo ver en ellos la sabiduría del amor haciendo que todo temor que habitaba en su corazón se desvaneciera. Alatz, sutilmente se dejó llevar.

Sin mediar palabras ambas tomaron el mismo camino; no habría más qué decir, todo estaba dicho, el lenguaje de sus ojos fue claro, no había por qué temer, Alatz después de mucho tiempo volvió a sentir paz en su interior.


El Hada la condujo lentamente por un camino por el que ella alguna vez anduvo, pero el cual ya había olvidado. Aquel camino le trajo dolor y sufrimientos, pero esta vez tenía la certeza que sería diferente, algo en los ojos del hada se lo confirmaba paso tras paso.

Caminaron algunas horas sin medir el cansancio ni el largo trayecto, cuando por fin se detuvieron.

El Hada de las Estrellas dirigiendo su pequeña varita hacia el cielo, ordenó a las nubes grises retirarse. Lentamente las nubes fueron cediendo dejando que Alatz viera aquello que hasta el momento estuvo oculto, aquello que aguardaba paciente y distante su llegada.

Ni lo soñaba, ni era obra de su imaginación. Estaba ahí y existía para ella. Alatz reflejaba en sus ojos el amor pleno. El tiempo que ella vivió en soledad, escudada en los recuerdos de sus malas experiencias fue perdiendo lugar en su interior.
El hada escuchaba el latir de su corazón cada vez más fuerte, la sintonía de ambos seres sincronizó tiempos perdidos. Él estaba ahí, existía y era el regalo que los dioses tenían para ella.

Cuenta la Mitología Lusterniana que los dioses jamás olvidan, su labor es sabia y aunque a veces lenta, la recompensa por la espera más que un regalo, es una bendición.
Aquel que espera, viendo las horas pasar, sin caer en la desesperanza de la soledad ni de la rutina, es aquel que su nombre encabeza la lista de espera de los dioses. Los dioses tardan pero jamás olvidan.

Fue así que Alatz era bendecida, tenia al verdadero amor, a su verdadero amor frente a sus ojos. Lo vio aparecer, solitario al igual que ella, bañado por la lluvia de las noches en soledad. Era él, esta vez estaba segura, su corazón no podía estar equivocándose de nuevo.

Deslumbrada y con gran estupor empezó a dar sus primeros pasos hacia él; no había nada ni nadie en aquel camino que entorpeciera su andar, esta vez era seguro, aquel era camino correcto.
Pero a pocos metros de llegar a él, el Hada la detuvo y le dijo :

“Hija mía, los dioses me han enviado a ti para entregarte el premio a tu larga espera, el consuelo a tus noches de angustia y a la soledad de tu corazón. Hoy te estoy mostrando aquello que tu interior necesita para llenarse de energía, para que en tu rostro renazcan las sonrisas y para que la confianza forje frutos en ti.
Si tú estás dispuesta a enfrentar por él lo que este nuevo camino traiga consigo, prometo unirlos y hacer que sus vidas cambien sus rumbos, hacer que cada día, de hoy en adelante estén llenos de alegrías y que cada noche las estrellas circundantes brillen sólo para ustedes..."

Alatz escuchó atentamente todo lo que el Hada de las Estrellas le decía y sin dudas ni titubeos dejó escuchar de entre sus labios un sí que llenó de esperanza todo su interior.

Así el Hada de la Estrellas cumplió la misión que por siglos le fue encomendada.

Aquella cálida noche de marzo, por la benevolencia de los dioses y el proceder del Hada llamada el Hada de las Estrellas, estos dos universos se unieron para convertirse en uno. El Hada cumplió su misión: unió a aquel universo femenino con su otra mitad : el universo masculino. Colocó entre sus manos cada mitad del corazón que les pertenecía y unió las partes para no separarlas jamás.

Cuenta Alatz que nunca más volvió a sentir miedo, que pudo volver a decir te amo, aquel te amo que alguna vez había enmudecido, aquel que no quería repetir nunca más. Un te amo que no le fue fácil volver a decir como con él que en un instante todo lo cambió. Aquel te amo tenía un matiz diferente, era un te amo con el sabor de la victoria en una guerra. Lo había vuelto a decir y es más, lo había vuelto a sentir.
Con él descubrió que la vida tiene matices aún más hermosos de los que ya conocía, que a su lado aquello que para el resto era imperceptible, para ellos se tornaba increíble y casi mágico...
Su llegada empezó a transformar sus días, sus tardes, sus noches y toda su vida. Con él a su lado cada estrella empezó a tener un brillo diferente y cada primer rayo de la mañana no hizo más que recordar su gratitud hacia los dioses.
Los dioses se encargaron de cruzar sus caminos una bendita noche de marzo y a partir de ese momento no han dejado de sonreír. Su alegría, sus ocurrencias, su amor, la transparencia de sus corazones y la belleza de sus almas han transformado a la misma naturaleza.

Aquella noche, fue el comienzo de una historia que no tuvo fin, porque quiso el destino que sus vidas se cruzaran para transformarlas por completo.
Desde entonces, cuenta la Mitología Lusterniana, que cada noche se deja ver en el espacio una luz resplandeciente que simboliza la unión del universo femenino y del universo masculino, de Alatz y Lustern; y que esta unión es acompañada por cientos, miles, millones de estrellas que el Hada colocó en él para iluminar aquel camino que les mostró para que juntos lo recorrieran.

Así, después de cumplir su cometido, el Hada de la Estrellas regresó al Lar de los dioses a rendir cuentas de lo que había realizado, para luego retirarse a sus aposentos a esperar una nueva orden: seguir uniendo los corazones de unos y otros, darle paso al verdadero amor y verlo perdurar muy a pesar del paso de los años. Un verdadero amor que trascienda y que transforme la misma existencia humana.

( M. A. G. )

2 comentarios:

SIMPLEMENTE IO ... dijo...

OYE ESTA BYEN CHULO TU BLOGGGGG TAMBiEN SOY DEL PERU, ME LLAMO LORiENTS.Y AMO A RYCARDO ARJONA, SU MUSiCA,TODO CANTA HERMOSO ACBABO DE VER SU PAGiNAA Y NO SABES LO UENO QQUE ME HiZO ESPERO PUEDAS ViSiTAR MY BLOG.. UN BESO CUiDATE DE QUE PARTE DE LYMA ERES-??????????

Ariana Ruíz. dijo...

oyeee que genial, acabo de leer tu post. y muy buen post para qué.

saludos :)